Mi confrontación con la docencia
René Francisco Salas Zazueta
Estudié mi licenciatura en Letras en la Universidad de Sonora
hace varias décadas. La lectura literaria me enfrentó a una formación
humanística y con un sentido y concepción de la vida no guiada exclusivamente
por la idea del ahorro y la ganancia, sino permeada por valores fundamentales y
un sentido moral de la existencia. Desde mi egreso de la carrera elegí la
docencia como una forma de trabajo total de mi existencia, no de una manera
provisional; desde entonces ésa ha sido mi única actividad, y me ha
proporcionado siempre importantes satisfacciones. La remuneración nunca ha sido
mi móvil principal; he trabajado con una visión de cambio social por medio de
mi acción en la educación.
Durante mis primeros años de trabajo,
tuve un relativo éxito; sentía que trabajaba bien y que a mis alumnos les
gustaban mis clases de literatura, ¿Cómo lo hacía? Básicamente con mucho
trabajo, poniendo a disposición de mis alumnos una biblioteca rotativa en la
preparatoria de la
Universidad de Sonora —cuando no había internet y apenas televisión en blanco y negro—; promovía la
literatura y transmitía en mi discurso y en las actividades el gusto por la
forma literaria y, desde luego, por el contenido humano social de la misma. En
mis clases de lengua, promovía el análisis estructural de los textos.
Hace 20 años, mi forma de trabajo era
producto del sentido común; aún no había estudiado educación, salvo algunas
prácticas de docencia. No conocía teorías educativas ni enfoque metodológicos.
Era producto de la transmisión por imitación de los buenos profesores que tuve,
combinado con mi propia reflexión e innovación. Cuando estudié mi maestría en
Educación, me di cuenta de que no todo lo que hacía estaba bien, que había muchas
cosas que afinar o cambiar para mejorar mi práctica. El estudiar me amplió las
posibilidades de reflexión más allá de mi propia experiencia.
La enseñanza por competencias ha sido
para mí un enfoque metodológico que reorientó mi forma de trabajar. Siempre
tuve claro que en un alumno había que desarrollar el pensamiento crítico, la
capacidad de lectura, pero no sabía cómo lograrlo: aunque mis tanteos fueron
exitosos durante mucho tiempo, faltaba mayor eficacia en mi tarea docente. Tenía
claro que “un conocimiento que no sirve para nada no merece llamarse
conocimiento” (Dewey).
Ahora, con la especialización del
PROFORDEMS, he logrado aprendizajes diversos que se han materializado en forma
de competencias docentes. Además, un reto importante ha sido la elaboración de
nuestro proyecto de intervención. En efecto, desde el primer módulo,
incursionamos en interesantes lecturas que nos permitieron recuperar
importantes conceptos sobre competencias, además de los marcos normativos de la
RIEMS; posteriormente, trabajamos sobre la planeación: cuándo, cómo, y con qué
elementos planeo; y, desde luego, cómo evalúo; asimismo, iniciamos análisis
separados de nuestra futura propuesta, como lo entrecruzamientos curriculares
en el planes de estudios y las definición de las competencias disciplinares y
genéricas. De entrada, asumimos que la planeación por competencias exige
abandonar el enfoque teoricista e incluir también las habilidades y las
actitudes en nuestro proceso.
Nuestra forma de evaluar también ha sido modificada: aprendimos la importancia que ésta posee en un proceso de enseñanza
por competencias; también, que hay
diferentes tipos como la coevaluación y la heteroevaluación que nos pueden no
solo diversificar nuestras formas de trabajo, sino también activar estrategias
de aprendizaje con el uso de las rúbricas y listas de cotejo; así también, que
existen diferentes conceptos implicados en la evaluación, que tienen
diferencias sutiles pero importantes: calificación, acreditación, certificación
y evaluación. De entre los análisis útiles para la elaboración de nuestra
propuesta, realizamos el de la situación o contexto, sujetos, entrecruzamientos
curriculares, competencias genéricas y disciplinares, y resultados esperados.
Todo esto nos llevó a comprender que la evaluación no solo es una técnica, sino
que presupone una reflexión filosófica y ética respecto a nuestra práctica.
Algo importante fue que la evaluación es un insumo para la planeación, pues nos
permite percibir áreas de oportunidad para mejorarla.
Con
la revisión de la guía Certidems, realizamos nuestro primer diseño argumentado
de la propuesta. En virtud de que la educación basada en competencias debe transformar
los procedimientos de planeación, gestión y evaluación del fenómeno educativo,
adoptamos el esquema de planeación de la estrategia
didáctica como el más pertinente, ya que es el que posibilita la articulación
entre las competencias propuestas, las condiciones del contexto escolar y el
entorno socio-educativo.
Finalmente, un aporte interesante de la especialización
en Competencias docentes para la Educación Media Superior de PROFORDEMS es el
análisis y actualización de nuestras competencias en las Tecnologías de la
Información y comunicación. Mi quehacer docente ha mejorado al introducir
formas de estas tecnologías que antes no usaba, sobre todo las asicadas con el
internet.
El arribo de la Reforma Integral de la Educación Media
Superior significó para mí un apoyo en mis convicciones docentes que ya se
venían orientando hacia las competencias de unos años atrás. Las competencias
genéricas del bachillerato abonaron mi idea de que la educación debe tener como
finalidad el ser humano, su formación —no solo información— y desarrollo. Las
competencias genéricas tienen un sentido axiológico y teleológico: se basan en
valores deseables para el ser humano y para su vida social y tienen una
finalidad clara: el desarrollo humano.
Las competencias disciplinares, por otra
parte, me permiten evitar una enseñanza teoricista, y darle al conocimiento
teórico una utilidad en la formación de la competencia, junto con la actitud y
las habilidades. He aprendido que no basta ofrecer o preguntar un concepto,
sino que es necesario articularlo con la experiencia práctica, con el contexto
en que vive el alumno, como una forma de iluminar y hacer más conciente la
competencia.
Mi docencia actual tiene en la RIEMS un guía y un rumbo.
Por primera vez tenemos en el bachillerato un modelo congruente con la
docencia; creo que los profesores tenemos mucho que aportar a esta reforma con
nuestra reflexión y actitud innovadora.