jueves, 3 de mayo de 2012

Mi confrontación con la docencia en la EMS


Mi confrontación con la docencia

René Francisco Salas Zazueta

Estudié mi licenciatura en Letras en la Universidad de Sonora hace varias décadas. La lectura literaria me enfrentó a una formación humanística y con un sentido y concepción de la vida no guiada exclusivamente por la idea del ahorro y la ganancia, sino permeada por valores fundamentales y un sentido moral de la existencia. Desde mi egreso de la carrera elegí la docencia como una forma de trabajo total de mi existencia, no de una manera provisional; desde entonces ésa ha sido mi única actividad, y me ha proporcionado siempre importantes satisfacciones. La remuneración nunca ha sido mi móvil principal; he trabajado con una visión de cambio social por medio de mi acción en la educación.
Durante mis primeros años de trabajo, tuve un relativo éxito; sentía que trabajaba bien y que a mis alumnos les gustaban mis clases de literatura, ¿Cómo lo hacía? Básicamente con mucho trabajo, poniendo a disposición de mis alumnos una biblioteca rotativa en la preparatoria de la Universidad de Sonora —cuando no había internet y apenas televisión en blanco y negro—; promovía la literatura y transmitía en mi discurso y en las actividades el gusto por la forma literaria y, desde luego, por el contenido humano social de la misma. En mis clases de lengua, promovía el análisis estructural de los textos.
Hace 20 años, mi forma de trabajo era producto del sentido común; aún no había estudiado educación, salvo algunas prácticas de docencia. No conocía teorías educativas ni enfoque metodológicos. Era producto de la transmisión por imitación de los buenos profesores que tuve, combinado con mi propia reflexión e innovación. Cuando estudié mi maestría en Educación, me di cuenta de que no todo lo que hacía estaba bien, que había muchas cosas que afinar o cambiar para mejorar mi práctica. El estudiar me amplió las posibilidades de reflexión más allá de mi propia experiencia.
La enseñanza por competencias ha sido para mí un enfoque metodológico que reorientó mi forma de trabajar. Siempre tuve claro que en un alumno había que desarrollar el pensamiento crítico, la capacidad de lectura, pero no sabía cómo lograrlo: aunque mis tanteos fueron exitosos durante mucho tiempo, faltaba mayor eficacia en mi tarea docente. Tenía claro que “un conocimiento que no sirve para nada no merece llamarse conocimiento” (Dewey).
Ahora, con la especialización del PROFORDEMS, he logrado aprendizajes diversos que se han materializado en forma de competencias docentes. Además, un reto importante ha sido la elaboración de nuestro proyecto de intervención. En efecto, desde el primer módulo, incursionamos en interesantes lecturas que nos permitieron recuperar importantes conceptos sobre competencias, además de los marcos normativos de la RIEMS; posteriormente, trabajamos sobre la planeación: cuándo, cómo, y con qué elementos planeo; y, desde luego, cómo evalúo; asimismo, iniciamos análisis separados de nuestra futura propuesta, como lo entrecruzamientos curriculares en el planes de estudios y las definición de las competencias disciplinares y genéricas. De entrada, asumimos que la planeación por competencias exige abandonar el enfoque teoricista e incluir también las habilidades y las actitudes en nuestro proceso.
Nuestra forma de evaluar también ha sido modificada: aprendimos la importancia que ésta posee en un proceso de enseñanza por competencias; también,  que hay diferentes tipos como la coevaluación y la heteroevaluación que nos pueden no solo diversificar nuestras formas de trabajo, sino también activar estrategias de aprendizaje con el uso de las rúbricas y listas de cotejo; así también, que existen diferentes conceptos implicados en la evaluación, que tienen diferencias sutiles pero importantes: calificación, acreditación, certificación y evaluación. De entre los análisis útiles para la elaboración de nuestra propuesta, realizamos el de la situación o contexto, sujetos, entrecruzamientos curriculares, competencias genéricas y disciplinares, y resultados esperados. Todo esto nos llevó a comprender que la evaluación no solo es una técnica, sino que presupone una reflexión filosófica y ética respecto a nuestra práctica. Algo importante fue que la evaluación es un insumo para la planeación, pues nos permite percibir áreas de oportunidad para mejorarla.
Con la revisión de la guía Certidems, realizamos nuestro primer diseño argumentado de la propuesta. En virtud de que la educación basada en competencias debe transformar los procedimientos de planeación, gestión y evaluación del fenómeno educativo, adoptamos  el  esquema de planeación de la estrategia didáctica como el más pertinente, ya que es el que posibilita la articulación entre las competencias propuestas, las condiciones del contexto escolar y el entorno socio-educativo. 
Finalmente, un aporte interesante de la especialización en Competencias docentes para la Educación Media Superior de PROFORDEMS es el análisis y actualización de nuestras competencias en las Tecnologías de la Información y comunicación. Mi quehacer docente ha mejorado al introducir formas de estas tecnologías que antes no usaba, sobre todo las asicadas con el internet.
El arribo de la Reforma Integral de la Educación Media Superior significó para mí un apoyo en mis convicciones docentes que ya se venían orientando hacia las competencias de unos años atrás. Las competencias genéricas del bachillerato abonaron mi idea de que la educación debe tener como finalidad el ser humano, su formación —no solo información— y desarrollo. Las competencias genéricas tienen un sentido axiológico y teleológico: se basan en valores deseables para el ser humano y para su vida social y tienen una finalidad clara: el desarrollo humano.
Las competencias disciplinares, por otra parte, me permiten evitar una enseñanza teoricista, y darle al conocimiento teórico una utilidad en la formación de la competencia, junto con la actitud y las habilidades. He aprendido que no basta ofrecer o preguntar un concepto, sino que es necesario articularlo con la experiencia práctica, con el contexto en que vive el alumno, como una forma de iluminar y hacer más conciente la competencia.
Mi docencia actual tiene en la RIEMS un guía y un rumbo. Por primera vez tenemos en el bachillerato un modelo congruente con la docencia; creo que los profesores tenemos mucho que aportar a esta reforma con nuestra reflexión y actitud innovadora.